Francis Scott Fitzgerald


Francis Scott Fitzgerald vino al mundo el 24 de septiembre de 1896 en Saint Paul, Minnesota, hijo de Edward, pequeño comerciante y de Marie Mc Quillan –ambos católicos-, él nacido en Maryland y ella hija de un emigrante irlandés que había conseguido hacer fortuna, lo que más tarde permitiría al padre de Scott Fitzgerald cuando se arruinó -lo que sucedería años después en Nueva York, en donde la familia se había trasladado por los negocios paternos-, vivir holgadamente del patrimonio de su esposa.

De Nueva York a St. Paul otra vez; finalmente entre 1911-1913, el adolescente Scott estudia en la escuela católica de Newmann. Luego lo hace en Princenton, en 1917, pero no fue un buen alumno ya que se distraía con la literatura comenzando a escribir.

En 1919, se enrola en el ejército y obtiene el grado de segundo teniente de infantería. Pesimista respecto a cómo le iba a ir en la contienda europea, se apresura a escribir la que será su primera novela El egoísta romántico.

En aquella época, conoce a la que será  su esposa y musa inspiradora de casi toda su obra, a la joven y bella Zelda Sayre que era la hija pequeña de un juez del Tribunal Supremo de Alabama.

Scott Fitzgerald nunca llegó a marchar al frente, ya que la guerra concluyó antes. Libre de responsabilidades patrióticas, y deseoso de casarse con Zelda, vuelve por segunda vez a Nueva York, dispuesto a trabajar para contraer matrimonio, pero regresa a St. Paul con objeto de rescribir su novela, petición hecha por un editor, a la que pone otro título: A este lado del paraíso.

Tal es el comienzo de su carrera de escritor; tiene ya un agente, Harold Ober, quien le indica que el campo más rentable en literatura es el del relato corto, y Fitzgerald, dócilmente, se deja guiar, y acierta con un tema original, ya que retrata a la nueva mujer de una sociedad emergente, la de los llamados “locos 20”.

A los 24 años se consagra literariamente con A este lado del paraíso, coyuntura que aprovecha para casarse con Zelda y marcharse los dos a Nueva York en donde llevarán una dolce vita de despilfarro y fiesta diarios.

Segunda novela, embarazo de Zelda, viaje a Europa en 1921 y luego vuelta a St. Paul, lugar en el que nace su única hija Scottie, en el mes de octubre de 1921.

Como nadie ignora, Fitzgerald era alcohólico y la existencia que llevaba, de juerga constante al lado de una esposa también entregada a la bebida y, aparte, enferma mental, contribuiría a ralentizar su obra en general y su segunda novela en particular, por más que él, cuando escribía lo hiciera en momentos de sobriedad.

En 1924, van a Francia, el novelista escribe El gran Gatsby y Zelda mantiene un flirteo con cierto aviador francés.

Entre el invierno de este año y el siguiente se instalan en Roma, publicándose su última novela en abril. La crítica que obtiene El gran Gatsby es excelente pero el libro tiene pocas ventas, e lo que se resarcirá cuando la obra sea llevada al cine. 

De nuevo en París en donde se hace amigo de Hemingway, y frecuenta la vida intelectual... y las fiestas. Su vida entonces se reparte entre la capital francesa y la Riviera, hasta 1926.

Empieza a escribir su cuarta novela y Zelda tiene que ser ingresada en un frenopático de Suiza, lo que obliga a Scott Fitzgerald, a dedicarse al relato corto nuevamente con fin de pagar su costoso tratamiento, ya que la mala administración de sus finanzas les hacían endeudarse con mucha facilidad.

En 1931 se impone el regreso a América y en esta ocasión el escritor, en apuros económicos para no variar, entra como guionista de cine en Hollywood, cosa que le destroza por completo ya que su modo de escribir y la técnica peliculera de los guiones, no tienen nada en común, por más que otros intentos suyos anteriores ya fueron abortados de igual manera, aunque no con tanta virulencia, ya que en esta, Hollywood se encarga de hacerle creer que no vale ni para novelista.

Su trabajo, pues, flaquea y Zelda comienza a bajar la espiral que la conducirá de psiquiátrico en psiquiátrico.

En 1932, Zelda acaba de hundirle al escribir una novela autobiográfica en la que cuenta excesivas intimidades.

Suave es la noche, sale dos años después y es acogida tibiamente por el público, sin darse cuenta de que Scott Fitzgerald ha escrito una obra maestra.

Una fuerte crisis familiar y literaria, acaecida entre  1936-37, da con su hija en un internado ya que ni el padre y mucho menos la madre, pueden ocuparse de ella.

Los últimos años de Francis Scott Fitzgerald se diluyen entre el alcohol y las depresiones personales. Sigue costeando las clínicas de Zelda, y la instrucción de su hija, e inicia una relación sentimental con la columnista de cine Sheyla Graham, en cuya casa morirá de un ataque al corazón el 21 de diciembre de 1940, habiendo dejado a medio concluir la que fue su novela póstuma El último magnate, también llevada al cine años más tarde.

Lo curioso del caso es que las obras de Fitzgerald en sus sucesivas versiones cinematográficas, han difundido la novelística del escritor a través de excelentes films; justicia poética, sin duda, de una industria que tan mal se portó con él cuando lo utilizó como guionista.

Zelda le sobreviviría ocho años, muriendo en el incendio de una casa de salud en 1948.

Scott Fitzgerald fue un cronista de su época y un gran escritor que supo retratar como nadie el mundo de entreguerras; las suyas no son novelas huecas y frívolas, aunque puedan parecerlo, sino que encierran una profunda lección muy digna de ser tenida en cuenta.

 
 

© 2003 Estrella Cardona Gamio

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